
Son estos cálidos besos exploradores de tus campos.
Como naufrago hambriento mis labios bendecidos.
Besan los suaves mares entre tempestades que agitan los cuerpos.
No es cansancio ni dolor.
Cuando el fuego es permitido transmuta en una dulce melodía.
Melodías compinches del placer entre dos mortales.
Que alcanzan la eternidad entre respiros.
Descubriendo de a poco la inmortalidad en el cansancio consentido.
Consentido por dos almas transeúntes.
No teniendo más común los dos que un solo cuerpo.
Complacidos ambos en una danza que se mantendrá eterna entre cada suspiro.
Cuando los placeres combinados con el rosa de nuestros pechos.
Me obligan a tomar con mis manos esa suave silueta.
Mientras me sumerjo bendito entre tus cálidos paisajes.
Una mano escapa sedienta hacia tu rostro como un dulce norte.
Sediento de tus suaves cabellos.
Que como agua de manantial se pasean entre mis pérfidos dedos.
Entre el calor y el sentimiento predilecto que guardo mientras tu pecho anida en mis labios.
Siento tu corazón posarse en mi lengua.
Haciendo hogar en mi boca.
Pues invitando a tus suspiros y escuchando tus versos sin sonidos.
Decido ser voraz navegante.
Decido ser una apacible ave.
La luz tenue de las velas baila con la fresca noche.
Mientras tu posición es cautiva y amplia.
Prisionera y fervientemente amorosa.
Nativa de mis selvas y heredera de mis palacios.
Nuestras frentes se unen chocando las aguas de nuestras profundas lagunas.
Mantengo tus brazos como placidas almohadas de tu mundo.
En estos momentos el timon de la barca es tuyo.
Aquella barca se mueve entre profundos respiros cortados en diminutos momentos.
Que se vuelven eternos e intocables.
Transitan tus piernas como directoras de una cálida orquesta.
Fragancias que se mueven entre el aire.
Cuerpos desgastados por la luz de lo que envuelve la perfección.
Como siempre cuerpos que no nos pueden acompañar al banquete.
Terminamos tu y yo en una fiesta en que las formas se ignoran.
Formas que se dejan seducir por el camino que solo aguarda al tiempo.
Siendo vulgares vestigios del mundo.
En esta noche cobijo el alegre cansancio y placido agotamiento.
Dulces latidos que a cuenta gota se unen a los míos.
Estrecho a mi pecho mi tesoro más preciado.
Mi tesoro más amado.
Las marionetas una vez disfrutadas quedan reposando en la cama.
Nosotros aún estamos bailando entre las nubes y las estrellas.
Aún estamos entre suspiros creando nuevos luceros.
Wladimir Jiménez
16/08/2017